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A Voltaire
Eres ariete formidable: nada
resiste a tu satánica ironía.
Al través del sepulcro todavía
resuena tu estridente carcajada.
Cayó bajo tu sátira acerada
cuanto la humana estupidez creía,
y hoy la razón no más sirve de guía
a la prole de Adán regenerada.
Ya sólo influye en su inmortal destino
la libre religión de las ideas;
ya la fe miserable a tierra vino;
ya el Cristo se desploma; ya las teas
alumbran los misterios del camino;
ya venciste, Voltaire. ¡Maldito seas!
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